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George Soros habla de Bush

NUEVA YORK.- El financista y filántropo George Soros está convencido de que George W. Bush es no sólo un peligro para el mundo, sino también para Estados Unidos, y no ha dudado ni un instante en invertir varios de sus millones de dólares en convencer a los norteamericanos de que no voten por él en las próximas elecciones del 2 de noviembre.

Desde mediados del año pasado, Soros, de 73 años, nacido en Hungría y nacionalizado estadounidense, ha donado unos 13 millones de dólares a organizaciones liberales vinculadas con el Partido Demócrata, como America Coming Together (ACT) y Move On. Y aunque sigue siendo requerido por periodistas de todo el mundo para hablar sobre su experiencia en los negocios a la cabeza del multimillonario Soros Fund Management, el hombre que ocupa el puesto 28 del ranking de personas más ricas del mundo según la revista Forbes sólo acepta conversar en estos días sobre su campaña anti-Bush y de su teoría sobre las ansias de dominación mundial que, según él, tiene el presidente. Más allá de los cientos de artículos que ha escrito sobre el tema, sus ideas han sido expuestas de manera extensa en su más reciente libro, "La burbuja de la supremacía norteamericana" (Random House Mondadori), que acaba de ser editado en la Argentina.

En el libro, Soros sostiene que el gobierno de Estados Unidos está en manos de un grupo de extremistas neoconservadores que desean ejercer su dominio mundial a través de la supremacía militar como instrumento de política exterior, y que están dispuestos a lanzar ataques preventivos como el de Irak para hacer valer su posición, y puramente por intereses económicos. En su calidad de economista reconocido (estudió en la London School of Economics con el filósofo Karl Popper), Soros compara la situación del poderío militar norteamericano con una "burbuja bursátil" que tarde o temprano va a estallar, dejando atrás consecuencias devastadoras para Estados Unidos y el resto del mundo. Y la aventura de Irak, disfrazada según él como parte de la guerra contra el terrorismo, será el principio del fin del poderío norteamericano.

Pese a su apasionada crítica a Bush, al dialogar con LA NACION Soros lo hace con un tono tranquilo, pausado, con un marcado acento húngaro.

"¿Es de la Argentina?", pregunta apenas iniciada la presentación, y aclara: "Se dice en la prensa que tengo muchos negocios allí y tierras en la Patagonia, pero no es cierto". Para que conste, no está más vinculado ni con el Banco Hipotecario ni con Eduardo Elzstain, de IRSA, ni tampoco tiene operaciones en nuestro país con el holding Millenium Partners. Lo único que tiene, asegura su asistente, Michael Vachon, es la compañía agropecuaria Adeco, dirigida por Mariano Bosch, con tierras en Buenos Aires, Córdoba, Corrientes y Santa Fe.

-En su libro dice que por haber crecido en Europa del Este nota en Estados Unidos ahora una incipiente propaganda política que busca inhibir la disidencia...

-Sí, por mi experiencia soy mucho más sensible a las señales de estos riesgos. Pero creo que ya al menos la mitad de la población de Estados Unidos está tomando conciencia del peligro. Puedo ser más apasionado que otros, pero no estoy solo.

-¿Existe el riesgo de que Estados Unidos caiga en un régimen totalitario, exacerbando el nacionalismo y llevando al límite su poder militar?

-Estamos ya en un régimen muy nacionalista, es lo que tenemos. Y la gente puede aprobarlo o rechazarlo en las elecciones. No sé qué sucederá.

-Aclaremos que el señor Soros no dijo totalitarismo, sino nacionalismo -interrumpe su asistente, Michael Vachon, que estuvo presente durante toda la entrevista tomando notas.

-Exacto, no dije totalitarismo, pero estamos frente a una ideología que todavía no tiene nombre, pero que es muy peligrosa. Yo la llamo supremacía norteamericana. Y es muy peligrosa porque Estados Unidos es muy poderoso, y mientras la gente la acepte se intentará dominar el mundo.

-¿Cree que EE.UU. va camino a dejar de ser una sociedad abierta?

-Existe el riesgo. En toda sociedad abierta debe haber un proceso crítico para prevenir que se vaya a exceso o se repitan los errores. En su última conferencia de prensa, Bush no pudo referirse a ningún error que haya cometido; fue el momento más vergonzoso de su presentación, pero también el más honesto. El realmente no cree que haya cometido ningún error. Se las arregló para convencer al público de que ser crítico de sus políticas es ser antipatriota. Dijo que estamos en una guerra y que estaremos en guerra por un largo tiempo. Todas las cosas que predije en mi libro fueron confirmadas en sus declaraciones. Y sí, por culpa de Bush, Estados Unidos corre el riesgo de dejar de ser una sociedad abierta.

-¿Y cómo recomendaría salir de Irak de la forma más rápida y segura?

-Sí, mis peores pronósticos se están cumpliendo. Pero tengo la esperanza de que pronto tendremos un nuevo presidente, con una visión distinta del mundo, que encontrará la manera de realizar una transición en Irak que nos permita salir de allí sin abandonar a los iraquíes y dejarlos sumidos en el caos y la guerra civil.

-¿En el marco de la ONU?

-Sí, se debe hacer en el marco de una presencia internacional, y para empezar se deberían tener allí más tropas de países árabes, musulmanes, que no sean vistos tanto como invasores, como ocupantes. Tiene que ser en esa dirección.

-Usted critica mucho a Bush, pero ¿no fueron socios en Harken Energy, en 1986?

-No fuimos socios. Yo tenía acciones de Harken y él se convirtió en director de esta compañía petrolera. Compré bonos devaluados de algunas empresas petroleras y los convertí en acciones en control de Harken. El también puso una compañía allí, Spectrum 7, y se convirtió en director de Harken. Y, oh sorpresa, Harken obtuvo una jugosa concesión en el Golfo Pérsico, compitiendo con grandes empresas como Exxon. Eso hizo que nuestras acciones subieran y yo saqué una importante ganancia. Al final resultó que esa concesión no tenía tanto valor y las acciones cayeron. El había conseguido la concesión a través de su padre y todo eso resultó en beneficio mío también. Pero nunca estuve en contacto con él.

-¿Lo conoce personalmente, no?

-No, jamás lo he encontrado.

-Hasta ahora ha aportado dinero a organizaciones no gubernamentales asociadas con el Partido Demócrata, como ACT y Move On, a las que les ha dado 10 y 2,5 millones de dólares, respectivamente.

-Son independientes, aunque todas tienen en común que son anti-Bush.

-¿Por qué no da dinero directamente a John Kerry?

-También doné dinero a su campaña, 2000 dólares, que es el límite que se puede donar como individuo, según las nuevas leyes. Al partido en general he aportado unos 25.000 dólares.

-¿Y por qué cree que los norteamericanos no han reaccionado más al engaño del que usted habla en el libro con respecto a la guerra?

-Creo que lo están haciendo ahora. Hay un sentimiento creciente en contra de Bush y me parece que es mucho más apasionado del que existe a favor de él. Espero que siga creciendo hasta las elecciones de noviembre, pero no lo sé; el país está muy dividido.

-¿Entonces usted está especulando con que Bush sea derrotado?

-Sí, estoy especulando en política. Pero yo estoy en contra de Bush, ya sea si es reelegido o no. En el mercado financiero uno está motivado por el deseo de ganar. En política uno está guiado por principios, por lo que sales a defenderlos, ganes o no.

05:06 p.m. en Los Especialistas Opinan | Enlace permanente | Comentarios (1)

Empleos que matan

Si usted cree que perder el trabajo es una tragedia y teme que las angustias y las preocupaciones de cómo se las va a arreglar ahora que no cuenta con un ingreso seguro, no se queje, pues no se imagina lo que sufren sus compañeros de trabajo que tienen la "mala suerte" de conservar sus puestos.

Esta afirmación -que a muchos nos puede parecer paradójica- cuenta con el respaldo de un equipo de investigadores finlandeses y los resultados de un estudio que acaban de publicar.

Según ellos, las posibilidades de padecer enfermedades cardiovasculares se duplican en los empleados que permanecen en sus cargos mientras otros son despedidos.

Los científicos también vincularon la reducción de personal -cuando ésta supera el 18%- al aumento en la cantidad de trabajadores que no acuden a la oficina porque están enfermos.

El estudio, publicado en la revista especializada British Medical Journal, recomienda a los empleadores tomar en consideración estos hallazgos, antes de adoptar ciertas medidas laborales.

Estrés

El análisis llevado a cabo por la Universidad de Helsinki dio seguimiento a 22.430 empleados que continuaron en sus puestos durante la recesión económica de Finlandia, entre 1991 y 1993.

Quienes conciben las políticas empresariales y los profesionales de la salud en el ámbito laboral deben reconocer que reducir el personal puede acarrear grandes riesgos para la salud de sus empleados

Jussi Vahtera, investigador

Según el doctor Jussi Vahtera, el factor clave en la relación entre recortes de personal y empeoramiento de la salud de los que se quedan es el estrés.

Los "afortunados" que no pierden su puesto deben brindar el mismo servicio que antes hacía el plantel completo, por lo tanto deben trabajar más bajo más presión y bajo la amenaza implícita de perder el trabajo.

"El estudio indica que la reducción de personal puede traer como consecuencia altos índices de ausentismo y el aumento de los índices de mortalidad a raíz de enfermedades cardiovasculares", afirmó Vahtera.

"Quienes conciben las políticas empresariales y los profesionales de la salud en el ámbito laboral deben reconocer que reducir el personal puede acarrear grandes riesgos para la salud de sus empleados", confirmó el investigador.

11:49 a.m. en Los Especialistas Opinan | Enlace permanente | Comentarios (1)

Chomsky opina sobre la deuda externa

Noam Chomsky:

"Existen muchas otras formas -conocidas por todos- de eliminar la deuda, y que revelan hasta qué punto ésta constituye una construcción ideológica. Una -diferente de la regla capitalista- es el principio jurídico internacional introducido por EEUU cuando "liberó" a Cuba, como se dice en los manuales de historia, es decir cuando en 1898 conquistó la isla para impedir que se independizara por su cuenta de la tutela de España. Luego de la invasión, EEUU anuló la deuda de Cuba con España, con el argumento perfectamente sensato de que el préstamo se había contraído sin el consentimiento de la población, o sea, de manera coercitiva. Este principio impregnó entonces la ley internacional, en buena medida por iniciativa de los estadounidenses. Se lo llamó principio de la deuda inicua. Una deuda inicua no es válida, y por lo tanto no debe pagarse. Muchos admiten hoy, entre otros el director ejecutivo norteamericano del FMI, que si este principio llegara a aplicarse a las víctimas, y no sólo a los ricos, gran parte de la deuda del tercer mundo se disolvería, porque en realidad no es válida. Es una deuda inicua."

12:16 a.m. en Los Especialistas Opinan | Enlace permanente | Comentarios (0)

Noam Chosmky: Los Estados Canallas

"Estados canallas" : El Libro de la Gran Denuncia


Noam Chomsky - Ernesto Vera


inforepeZnet Commentaries, 3-8-1999

Granma/23-29 de junio del 2002



La mayor parte de las 270 páginas del libro Estados Canallas, de Noam Chomsky, están dedicadas en lo fundamental a demostrar la culpabilidad de Estados Unidos en los crímenes más horrendos de las últimas décadas. El carácter terrorista de los gobiernos estadounidenses alcanza el grado más escandaloso mediante el análisis del autor sobre la verdadera condición del Estado canalla que pretende declarar así a los estados desobedientes, mientras se erige como jefe absoluto de los que se consideran por encima de toda ley internacional debido a su poderío.



Usar a las Naciones Unidas cuando le conviene y realizar todo tipo de agresión directa de resultarle posible ha sido y es, de manera confesa, la canallada mayor de nuestro tiempo. Arrogarse ese derecho con los instrumentos de la fuerza y el engaño, sin el menor respeto a nada ni nadie, aspirando al aplauso, parece ser el destino que Estados Unidos pretende imponer en todo el mundo.



El estudio de los hechos desde el final de la II Guerra Mundial, el carácter público e interno de ellos, así como la comprobación fehaciente que permite la reciente desclasificación de documentos, hacen indudable cada afirmación de Chomsky sobre la típica doble moral de los gobiernos estadounidenses. Lo trágico de esas historias es que tienen como denominador común las masacres de seres humanos de muchas partes del mundo y la manipulación informativa que las justifique ante la opinión pública y, en especial, orientada principalmente a alcanzar el apoyo del pueblo norteamericano.



Aunque este libro fue escrito antes del 11 de septiembre pasado tiene el valor de que su contenido permite entender mejor el escándalo actual sobre la información previa que tenía el presidente George W. Bush en relación con aquellas acciones terroristas. Su último libro ?"9/11" u "11 de septiembre"? editado en octubre del 2001 ha tenido gran éxito y es, sobre todo, la actualización de la denuncia fundamental del título que analizamos hoy. En ambos califica a Estados Unidos como el gran Estado Terrorista.



Estados Canallas deja al desnudo cada justificación imperialista para sus agresiones y demuestra con sólidos argumentos la complicidad de Estados Unidos en toda acción genocida y terrorista, fundamentalmente desde la década del 60. Millones de víctimas en todo el mundo, sean indonesios, vietnamitas, serbios, palestinos, nicaragüenses y cubanos, por solo citar algunos de la gran cantidad de países agredidos, perdieron sus vidas por el derecho que se arroga Estados Unidos de estar por encima de toda ley internacional y carecer de la más elemental ética. Pareciera que aquel pensamiento filosófico de que entre los poderosos y los débiles la libertad es la que suprime y la ley la que libera, es hoy el dilema que vive la humanidad.



Uno de los valores principales del libro que analizamos es la revelación resumida de cómo se desarrollaron las maniobras en cada caso, lo que considero conveniente dar a conocer según el relato del autor. Para ello es necesario expresarlo en una serie de cuatro artículos sobre algunos de los temas específicos que fueron abordados, mediante la síntesis indispensable.



Noam Chomsky, el norteamericano contemporáneo con más profundidad en los trabajos analíticos sobre Estados Unidos, sufre el silencio de los grandes medios de su país. No obstante, su prestigio también como lingüista y filósofo se abre paso de manera creciente. Los artículos que he escrito tienen el doble propósito de difundir su valiente y certera denuncia y rendir homenaje al talento combativo que lo distingue



David contra Goliat



En esta sección del libro Estados Canallas Noan Chomsky hace un amplio análisis de la política norteamericana "de terror y de guerra económica" contra Cuba durante más de cuatro décadas, calificativo que expresa sin rodeo en el primer párrafo. Después hace un recuento histórico desde tiempos de John Quincy Adams para decir que aquel pensamiento anexionista "sigue siendo así" ya que "la necesidad de poseer a Cuba es el tema más antiguo de la política exterior estadounidense".



Más adelante plantea que el bloqueo contra este país es el más duro en el mundo a pesar del aislamiento creciente del gobierno norteamericano en la Asamblea General de la ONU y en relación con el propio pueblo norteamericano.



El autor subraya el fanatismo agresor contra Cuba en el gobierno de Kennedy y afirma: "Los archivos internos de la administración Kennedy, muchos de los cuales pueden consultarse en la actualidad, describen una atmósfera de lo que fue llamado `salvajismo' y `fanatismo' debido al fracaso de EE.UU. en la reconquista de Cuba. Las propias declaraciones públicas de Kennedy eran bastante desenfrenadas. Dijo públicamente que Estados Unidos sería barrido entre los desechos de la historia si no conseguía volver a Cuba bajo su control".



En este capítulo se describe la falsedad y engaño imperialistas con relación a la intervención de EE.UU. en la Isla en 1898 y todo el proceso posterior de "colonia virtual" hasta el triunfo revolucionario, definido así por dos profesores de Harvard en la reciente obra Las Cintas de Kennedy... Fragmentos del informe de Schlesinger, hoy desclasificado, están reproducidos en el libro y representan la clave de tantas campañas agresivas, bien distante de preocupaciones sobre derechos humanos y democracia. Uno de ellos, determinante, decía: "El problema de Cuba es `la difusión de la idea de Castro de hacer las cosas por uno mismo'". Agregaba que la idea tenía un gran atractivo en toda América Latina, donde "la distribución de la tierra y otras formas de riqueza nacional favorecen considerablemente a las clases propietarias [...] [y] los pobres y carentes de privilegios, estimulados por el ejemplo de la Revolución cubana, están exigiendo actualmente la oportunidad de vivir una vida decente". Chomsky, al echar una ojeada sobre los archivos de planificación a lo largo de los años, confirma que esta ha sido siempre la amenaza, aunque haya utilizado y utilizan diversas justificaciones. "Cuba es lo que llamó un `virus' que podría infectar a otros, quienes podrían sentirse estimulados por `la idea de Castro de hacer las cosas uno mismo' y creer también que ellos podrían tener una existencia decente", escribe Chomsky.



Otro informe interno que revela el libro es el de Thomas Carthers, que se ocupó de las iniciativas democráticas en tiempos de Reagan. Según sus observaciones, aunque esa administración debilitó a la democracia en todas partes, estaba interesada sinceramente en ciertas formas de democracia que califica como Top?Down (de arriba hacia abajo), formas que mantienen "las estructuras tradicionales de poder" en su lugar, o sea, aquellas con las que EE.UU. ha mantenido buenas relaciones desde hace tiempo. Si la democracia tiene esa forma, no hay problema.



La otra democracia, la de los de abajo, los trabajadores y los pueblos, resulta molesta a todos los gobiernos del imperio. Esas inquietudes, como que Cuba, por ejemplo, "manda más médicos a todo el mundo que cualquier otro país pese a sus actuales aprietos, que son importantes, y al mantener, de manera inconcebible, un sistema de salud que le resulta incómodo a EE.UU. debido a ese tipo de preocupaciones y también al fanatismo que se remonta lejos en la historia norteamericana, el gobierno de Estados Unidos, al menos por el momento prosigue con su ataque histérico y proseguirá hasta que alguien se lo impida... el disuasor principal sigue estando donde siempre estuvo: dentro de casa. Dos tercios de la población norteamericana se oponen al embargo sin necesidad de ningún debate sobre el tema. Imaginemos qué pasaría si las cuestiones se estudiaran de manera seria y honesta. Eso nos deja unas enormes oportunidades de ejercer ese tipo de disuasión", concluye Chomsky.



Galería de los Canallas ¿quién está incluido?



En este capítulo del libro Estados canallas de Noam Chomsky, es desenmascarado el doble carácter que Estados Unidos le da a esa condición. De esa forma califica a los estados desobedientes, mientras lo son en realidad los países que se consideran por encima de toda ley internacional, debido a su poderío, con el gobierno norteamericano a la cabeza. Tal fenómeno contemporáneo se inicia al terminar la Segunda Guerra Mundial y llega a su punto más alto después de la Guerra Fría. Es decir, Estados Unidos y sus aliados practican la doble canallada de atribuirle a otros su propia forma de actuar y de hacerlo apoyándose en el control que ejercen sobre los grandes medios de prensa que dominan la información de alcance mundial.



En la etapa actual el estilo es directo, brutal, sin que considere necesario guardar las apariencias. Chomsky cita planteamientos de Dean Acheson en 1963 referidos a cómo afectar los intereses estadounidenses, por legal que sea, no tiene ese sentido para su gobierno. Debido a que esos intereses son globales, todo lo que no sea plegarse a sus órdenes debe considerarse digno de represión mediante el imperio de la fuerza.



Dos ejemplos de los señalados por el autor son Timor Oriental e Indonesia.



En cuanto a Timor Oriental Chomsky subraya: "No resulta fácil escribir con calma y desapasionamiento fingidos sobre los acontecimientos que han tenido lugar. Habría bastado conque Estados Unidos y sus aliados pusieran fin a su participación activa e informaran a sus directores asociados en el mando militar indonesio que debían terminar las atrocidades y conceder al territorio el derecho establecido por las Naciones Unidas y el Tribunal Internacional de Justicia". La invasión de Indonesia a Timor Oriental en 1975 representó sesenta mil personas asesinadas en el plazo de dos meses, o sea, el equivalente al 10% de su población. Chomsky compara esa proporción con otra idéntica, la que sufrió la URSS en toda la Segunda Guerra Mundial.



Ese país, que acaba de alcanzar su independencia, llegó a sufrir ampliamente más bajas proporcionalmente mediante la agresión militar de Indonesia, que cualquier otra nación del mundo. Según el autor del libro, "la cifra llegó a 200 mil en pocos años gracias al apoyo militar cada vez mayor de Estados Unidos, con la colaboración del Reino Unido, cuando las atrocidades mayores llegaron a su punto máximo en 1978"... hasta que Washington acabó por indicar a los generales indonesios que el juego había terminado. Rápidamente las cosas cambiaron de curso e Indonesia anunció su retirada, un indicador del poder latente que siempre había estado allí".



Según Chomsky, la preocupación de que Indonesia se convirtiera en una versión asiática de Cuba promovió el golpe de Estado del general Suharto en 1965, lo que significó el asesinato en masa de centenares de miles de personas, fundamentalmente los militantes del Partido Comunista de ese país. Todo se hizo, según Chomsky, en la consideración de que el "logro dio lugar a una euforia incontenida en occidente y a calurosas alabanzas hacia los `moderados' indonesios ?Suharto y sus cómplices militares? que habían limpiado la sociedad y la habían abierto al saqueo extranjero".



Muestra elocuente de la complicidad de Estados Unidos en una de las masacres más crueles y masivas es el informe del Secretario de Defensa Robert McNamara, cuando al referirse a la ayuda y el entrenamiento militar estadounidense a los militares indonesios consigna que se habían "producido dividendos" ?incluyendo medio millón de cadáveres?, mientras decía al presidente Johnson que la asistencia militar "alentó (al ejército) a actuar contra el Partido Comunista indonesio cuando se presentó la oportunidad", así como "los contactos oficiales del ejército indonesio, incluyendo su participación en programas universitarios, fueron factores muy importantes en la determinación de la orientación favorable de la nueva elite política indonesia". Por supuesto, el ejército.



Difícilmente podrá encontrarse otro hecho tan horrendo de genocidio interno, realizado con la complicidad del gobierno estadounidense y los grandes medios transnacionales, salvo el de los 200 mil desaparecidos en Guatemala después del golpe de la CIA en 1954. En el primer caso, en pocos meses y en otro, durante más de tres décadas y media.



El Imperio de la Fuerza en los Asuntos Mundiales



En este capítulo el autor de Estados Canallas analiza cómo Estados Unidos considera la observancia de la Carta de las Naciones Unidas cuando se trata de hacer uso de la fuerza contra otros países. La única excepción que lo autoriza provisionalmente es el artículo 51 que permite "el derecho inmanente de legitima defensa" contra un "ataque armado... hasta que el Consejo de Seguridad haya tomado las medidas necesarias para mantener la paz y la seguridad internacionales". Fuera de estas excepciones, los estados miembros "en sus relaciones internacionales se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza...".



La posición de Estados Unidos al respecto está definida en lo expuesto por Madeleine Albrigth cuando era embajadora ante las Naciones Unidas con el derecho que se arrogaba sobre Iraq, al expresar ante el Consejo de Seguridad que Estados Unidos actuaría "multilateralmente cuando podamos, y unilateralmente cuando debamos" porque "reconocemos que esta región es vital para los intereses nacionales de Estados Unidos" y, por lo tanto no aceptamos limitaciones externas.



Otro caso de gran repercusión en su momento fue la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia en 1986, que condenó a Estados Unidos por el "uso ilegal de la fuerza" contra Nicaragua, contrariando el término "ayuda humanitaria" con el de "ayuda militar" e imponiendo el consiguiente pago de reparaciones. El resultado fue una campaña generalizada contra el Tribunal por haberse "desacreditado a sí mismo" al sancionar al imperio, además del silencio en la prensa, nuevos fondos para la contra y uso del veto en el Consejo de Seguridad. No hay dudas, la ley internacional aplicada al poderoso tiene el carácter subversivo de la igualdad de los Estados.



Más preciso aún fue el secretario de Estado George Shultz al señalar que las "negociaciones son un eufemismo de capitulación si la sombra del poder no se proyecta sobre la mesa de reuniones". Y agregó la condena y la burla contra aquellos que están a favor de "medios utópicos, legalistas, tales como la mediación exterior, las Naciones Unidas y el Tribunal Internacional de Justicia, mientras omiten el elemento de poder de la ecuación".



El colmo del uso adecuado a sus intereses del artículo 51 fue en 1986, cuando Estados Unidos justificó sus bombardeos a ciudades libias sobre la base de "defensa propia contra ataque futuro", que Chomsky considera "habría hecho enrojecer de vergüenza a un estudiante de secundaria".



Similar inspiración tuvo Madeleine Albrigth en 1993, al ordenar Clinton un ataque con misiles contra Iraq. El bombardeo, dijo, era en "defensa propia, contra ataque armado", refiriéndose a un supuesto intento de atentado contra el ex presidente Bush que habría tenido lugar dos meses antes. Lo interesante de esa represalia absurda, se reflejó en el New York Times al revelar este que funcionarios de la administración, en declaraciones anónimas, informaron a la prensa "que la creencia en la culpabilidad de Iraq estaba basada, no tanto en pruebas férreas, sino en indicios circunstanciales y en análisis". En ese momento no faltó, como tantas veces, la complicidad del Reino Unido. Su secretario de Estado, Douglas Hurd, dijo en el Parlamento que habría un "peligroso estado de parálisis" en el mundo, si Estados Unidos se viera obligado a obtener la aprobación del Consejo de Seguridad antes de lanzar misiles contra un enemigo que podría ?o no? ser responsable del intento fallido de matar a un ex presidente dos meses antes".



Chomsky, ante los hechos mencionados y otros similares, concluye que están muy justificados los temores con respecto a esos "Estados canallas" que actúan mediante la fuerza de su "interés nacional" en los términos definidos por el poder interno y, lo que resulta más inquietante, que se nombran a sí mismos jueces y ejecutores.



El imperio de la fuerza en los asuntos mundiales, subtítulo del libro Estados Canallas, representa hoy lo que nos advirtió Simón Bolívar al decir que "La libertad es ilegítima si no se dirige a honrar a la humanidad y perfeccionar su suerte".



La libertad de agredir y mentir es tan ilegítima como la "elección" presidencial del que se proclamó el 20 de mayo "padrino" de la mafia de Miami.



10:57 p.m. en Los Especialistas Opinan | Enlace permanente | Comentarios (0)