NUEVA YORK.- El financista y filántropo George Soros está convencido de que George W. Bush es no sólo un peligro para el mundo, sino también para Estados Unidos, y no ha dudado ni un instante en invertir varios de sus millones de dólares en convencer a los norteamericanos de que no voten por él en las próximas elecciones del 2 de noviembre.
Desde mediados del año pasado, Soros, de 73 años, nacido en Hungría y nacionalizado estadounidense, ha donado unos 13 millones de dólares a organizaciones liberales vinculadas con el Partido Demócrata, como America Coming Together (ACT) y Move On. Y aunque sigue siendo requerido por periodistas de todo el mundo para hablar sobre su experiencia en los negocios a la cabeza del multimillonario Soros Fund Management, el hombre que ocupa el puesto 28 del ranking de personas más ricas del mundo según la revista Forbes sólo acepta conversar en estos días sobre su campaña anti-Bush y de su teoría sobre las ansias de dominación mundial que, según él, tiene el presidente. Más allá de los cientos de artículos que ha escrito sobre el tema, sus ideas han sido expuestas de manera extensa en su más reciente libro, "La burbuja de la supremacía norteamericana" (Random House Mondadori), que acaba de ser editado en la Argentina.
En el libro, Soros sostiene que el gobierno de Estados Unidos está en manos de un grupo de extremistas neoconservadores que desean ejercer su dominio mundial a través de la supremacía militar como instrumento de política exterior, y que están dispuestos a lanzar ataques preventivos como el de Irak para hacer valer su posición, y puramente por intereses económicos. En su calidad de economista reconocido (estudió en la London School of Economics con el filósofo Karl Popper), Soros compara la situación del poderío militar norteamericano con una "burbuja bursátil" que tarde o temprano va a estallar, dejando atrás consecuencias devastadoras para Estados Unidos y el resto del mundo. Y la aventura de Irak, disfrazada según él como parte de la guerra contra el terrorismo, será el principio del fin del poderío norteamericano.
Pese a su apasionada crítica a Bush, al dialogar con LA NACION Soros lo hace con un tono tranquilo, pausado, con un marcado acento húngaro.
"¿Es de la Argentina?", pregunta apenas iniciada la presentación, y aclara: "Se dice en la prensa que tengo muchos negocios allí y tierras en la Patagonia, pero no es cierto". Para que conste, no está más vinculado ni con el Banco Hipotecario ni con Eduardo Elzstain, de IRSA, ni tampoco tiene operaciones en nuestro país con el holding Millenium Partners. Lo único que tiene, asegura su asistente, Michael Vachon, es la compañía agropecuaria Adeco, dirigida por Mariano Bosch, con tierras en Buenos Aires, Córdoba, Corrientes y Santa Fe.
-En su libro dice que por haber crecido en Europa del Este nota en Estados Unidos ahora una incipiente propaganda política que busca inhibir la disidencia...
-Sí, por mi experiencia soy mucho más sensible a las señales de estos riesgos. Pero creo que ya al menos la mitad de la población de Estados Unidos está tomando conciencia del peligro. Puedo ser más apasionado que otros, pero no estoy solo.
-¿Existe el riesgo de que Estados Unidos caiga en un régimen totalitario, exacerbando el nacionalismo y llevando al límite su poder militar?
-Estamos ya en un régimen muy nacionalista, es lo que tenemos. Y la gente puede aprobarlo o rechazarlo en las elecciones. No sé qué sucederá.
-Aclaremos que el señor Soros no dijo totalitarismo, sino nacionalismo -interrumpe su asistente, Michael Vachon, que estuvo presente durante toda la entrevista tomando notas.
-Exacto, no dije totalitarismo, pero estamos frente a una ideología que todavía no tiene nombre, pero que es muy peligrosa. Yo la llamo supremacía norteamericana. Y es muy peligrosa porque Estados Unidos es muy poderoso, y mientras la gente la acepte se intentará dominar el mundo.
-¿Cree que EE.UU. va camino a dejar de ser una sociedad abierta?
-Existe el riesgo. En toda sociedad abierta debe haber un proceso crítico para prevenir que se vaya a exceso o se repitan los errores. En su última conferencia de prensa, Bush no pudo referirse a ningún error que haya cometido; fue el momento más vergonzoso de su presentación, pero también el más honesto. El realmente no cree que haya cometido ningún error. Se las arregló para convencer al público de que ser crítico de sus políticas es ser antipatriota. Dijo que estamos en una guerra y que estaremos en guerra por un largo tiempo. Todas las cosas que predije en mi libro fueron confirmadas en sus declaraciones. Y sí, por culpa de Bush, Estados Unidos corre el riesgo de dejar de ser una sociedad abierta.
-¿Y cómo recomendaría salir de Irak de la forma más rápida y segura?
-Sí, mis peores pronósticos se están cumpliendo. Pero tengo la esperanza de que pronto tendremos un nuevo presidente, con una visión distinta del mundo, que encontrará la manera de realizar una transición en Irak que nos permita salir de allí sin abandonar a los iraquíes y dejarlos sumidos en el caos y la guerra civil.
-¿En el marco de la ONU?
-Sí, se debe hacer en el marco de una presencia internacional, y para empezar se deberían tener allí más tropas de países árabes, musulmanes, que no sean vistos tanto como invasores, como ocupantes. Tiene que ser en esa dirección.
-Usted critica mucho a Bush, pero ¿no fueron socios en Harken Energy, en 1986?
-No fuimos socios. Yo tenía acciones de Harken y él se convirtió en director de esta compañía petrolera. Compré bonos devaluados de algunas empresas petroleras y los convertí en acciones en control de Harken. El también puso una compañía allí, Spectrum 7, y se convirtió en director de Harken. Y, oh sorpresa, Harken obtuvo una jugosa concesión en el Golfo Pérsico, compitiendo con grandes empresas como Exxon. Eso hizo que nuestras acciones subieran y yo saqué una importante ganancia. Al final resultó que esa concesión no tenía tanto valor y las acciones cayeron. El había conseguido la concesión a través de su padre y todo eso resultó en beneficio mío también. Pero nunca estuve en contacto con él.
-¿Lo conoce personalmente, no?
-No, jamás lo he encontrado.
-Hasta ahora ha aportado dinero a organizaciones no gubernamentales asociadas con el Partido Demócrata, como ACT y Move On, a las que les ha dado 10 y 2,5 millones de dólares, respectivamente.
-Son independientes, aunque todas tienen en común que son anti-Bush.
-¿Por qué no da dinero directamente a John Kerry?
-También doné dinero a su campaña, 2000 dólares, que es el límite que se puede donar como individuo, según las nuevas leyes. Al partido en general he aportado unos 25.000 dólares.
-¿Y por qué cree que los norteamericanos no han reaccionado más al engaño del que usted habla en el libro con respecto a la guerra?
-Creo que lo están haciendo ahora. Hay un sentimiento creciente en contra de Bush y me parece que es mucho más apasionado del que existe a favor de él. Espero que siga creciendo hasta las elecciones de noviembre, pero no lo sé; el país está muy dividido.
-¿Entonces usted está especulando con que Bush sea derrotado?
-Sí, estoy especulando en política. Pero yo estoy en contra de Bush, ya sea si es reelegido o no. En el mercado financiero uno está motivado por el deseo de ganar. En política uno está guiado por principios, por lo que sales a defenderlos, ganes o no.
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